jueves, 14 de enero de 2016

Adaptación (Resiliencia)

Si repasamos el balance de victorias/derrotas del Gran Canaria lo primero que nos llamaría la atención sería, sin lugar a dudas, el desequilibrio en los resultados según jueguen de local o visitantes. Habitualmente cualquier equipo presenta dicho desequilibrio pero el caso canario es especialmente acusado tanto en la actualidad como, salvo excepcionales temporadas,  en el histórico amarillo.

Los factores que podría explicar esto no son ningún secreto; el apoyo impagable de la afición, el conocimiento de tableros y aros (secretos con más misticismo que realidad pero en cualquier caso irrebatibles) o el comer y dormir en casa y no en un cómodo pero frío hotel de variable calidad. Pero al fin y al cabo las medidas, los balones, los materiales más allá de los insondables misterios de la superstición, son iguales. La profesionalidad, al menos en teoría, les debería abstraer del factor ambiental aunque compartir habitación con tu pareja no es lo mismo que hacerlo con un compañero (por simpático, silencioso o incluso guapo que este sea). ¿Cómo lo explicamos entonces? Un factor objetivo que nos diferencia del resto de equipos es que al total de horas de viaje de cualquier conjunto el Granca ha de sumarle unas seis horas por desplazamiento, eso sin contar transbordos, tránsitos y otras vicisitudes de la insular lejanía de las, no siempre, afortunadas islas.

Curiosamente nuestros rivales han utilizado como explicación recurrente (no diré excusa por mi naturaleza bondadosa) la fortaleza de nuestro querido CID a dicha lejanía sin pararse a analizar que no solo nos damos la pechada de vuelos un par de veces por temporada, sino que es en cada uno de los desplazamientos en los que hacemos feroz competencia a los renombrados baúles de la famosa cantante de copla.

Pero como ya he dejado claro mi poca tolerancia a las excusas, diré que hay que adaptarse y hacer del problema la solución.  De las eternas esperas; fomento de la camaradería, del estar mucho tiempo fuera de casa; sumar horas de sueño y descanso. La teoría es simple, la realización de la misma es mucho más compleja pero no irresoluble. De ello depende en gran medida la buena terminación de la temporada. Pongámonos pues a ello.

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