Aunque pueda parecer una broma la ACB es una “democracia”. Es
un “club”al que se accede de “aquella manera” que tantas veces hemos hablado,
pero una vez dentro todos los clubs tienen un voto para tomar las decisiones:
la dirección de la liga, la resolución de los problemas, tipo de competición,
etc.
Uno podría, y debería, preguntarse ¿Si es una democracia,
porqué la mayoría de equipos no deja de pegarse tiros en los pies?
Efectivamente, muchas de las decisiones que toma la ACB suelen beneficiar a los
dos o cuatro equipos más grandes y perjudicar a los más chinijos. No deja de
ser curioso, pues dos de esos cuatro
“grandes” están mucho más cerca de los pequeños que de los clubs con “futbodolares”.
Según cuentan los bardos que narran la vida de la liga,
tradicionalmente los clubs chicos tienden a alinearse con los grandes en busca
de las migajas que caen de sus manteles, con la ensoñación de ser como ellos algún próximo
día y no verse perjudicados por las decisiones de hoy.
A este respecto el Granca no ha sido una excepción, más bien
al contrario. Como el resto, solo hay
notas fuera de la partitura futbolera cuando son agraviados directamente y,
siempre, son intentonas individuales.
En cambio, el Granca
es un club excepcional. No lo decimos para pegarnos el pisto y el orgullo del
equipito, lo decimos porque es el único club de titularidad absolutamente
pública. Como sabemos, esto tiene sus ventajas y desventajas. Las desventajas ya
las hemos tratado tangencialmente en el pasado: con facilidad se puede
convertir en el juguete del político de turno y además es más que discutible
una inversión pública fuerte en el deporte profesional con la que está cayendo.
Pero su principal ventaja es que,
igualmente, puede ser mucho más independiente en sus decisiones como directiva
ya que solo se debe favores a sí mismo.
La ACB se enfrenta a varios problemas, el más inmediato eltratado el martes pasado sobre el ascenso del COB, pero posteriormente habrá
que plantearse que se hace con el modelo de competición, la cuestión
presupuestaria o incluso el acceso a las competiciones europeas o la propia
ACB.
A Real Madrid, FC Barcelona, Saski Baskonia y CB Málaga no
les va nada mal con el funcionamiento actual de la liga, en especial porque su
casi garantizada participación en la Euroliga asegura una generosa fuente de
ingresos que facilita en mucho su vida. No es el caso del resto de clubs para
los cuales acceder a esa competición europea es simplemente imposible (en
muchos casos solo vale con ganar la liga y ya me dirán) y la Eurocup es
básicamente mucho gasto y poco ingreso, aunque es la forma más “fácil” de
acceder a Euroliga.
Por todo esto, la situación particular del Granca debería
llevar a Costa (o más probablemente Betancor) a tomar cartas en el asunto. Un
Granca que ya hoy es ejemplo de modelo de gestión en muchos aspectos (sobre
todo en lo deportivo) que sea también líder de los “pequeños” en las asambleas
de la ACB. Un Granca beligerante que tome iniciativa y partido para conseguir
alinear clubs en torno a un nuevo modelo de liga, una limitación
presupuestaria, disputar que el acceso a la Euroliga sea por mérito deportivo
(campeón de copa y los otros tres primeros de la ACB).
Si hiciéramos una carta de deseos que mandar al que sea
presidente del club en los próximos años, aparte de continuar (o retomar) la
filosofía del Granca en lo deportivo o mantener y aumentar las enormes mejoras
en cuanto a comunicación, sería que el Granca fuera una pieza clave en el
cambio forzoso que debe sufrir el baloncesto profesional español.
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