La genética, por los requerimientos
físicos inherentes al deporte típico de los gigantes, es un factor a tener en
cuenta. El porcentaje de la población con posibilidades reales de
acceder a la élite del baloncesto es inferior al de
otros deportes que las características anatómicas no están tan marcadas. Eso hace que si
compartes los genes y estos son los adecuados
tengas más posibilidades de éxito. Hermanos en la élite deportiva los hay en todos los
deportes, pero probablemente el baloncesto sea de los que
más fraternidad, de la de verdad, de la que viene registrada en documento público,
puede esgrimir.
Eso si la genética puede no ser equitativa a la hora
de distribuir sus dones. Los San Epifanio no fueron bendecidos por igual,
mientras que el que fue conocido como Epi II demostró ser uno de los jugadores más
completos de Europa, su hermano primogénito se vio relegado a un segundo
plano honroso aunque tengo para mí que incomodo en su fuero interno, todo el
que tenga hermanos lo entenderá. Los Arcega tampoco se repartieron bien
la herencia familiar, mientras que uno apenas pasaba del metro ochenta el
otro superaba ampliamente los dos metros, imagino choteos familiares durante
la infancia.
Fernando y Antonio Martín marcaron una época inolvidable del baloncesto
español, época truncada de la peor de las maneras
y finiquitada con la pronta retirada del superviviente de dos de los mejores
jugadores interiores del baloncesto español y europeo. Su hueco lo rellenaron
los dos hermanos Reyes el pequeño aun lo hace. En muchos aspectos
son parecidos los cuatros, aunque no carecían/carece de talento su fuerte siempre fue
el pundonor y la capacidad de mejora constante. Puede que el siguiente
paso sean los Hernangómez, el tiempo lo dirá pero desde luego la pinta que
tienen es magnífica. A los Gasol ni me molesto en describirlos, quien no tenga
ya claro lo que son para nuestro deporte los de San Boi bien harían en dejar de leer y apuntarse a una
liga de petanca, boliches o lo que es peor, fútbol.
Me he guardado para el final a los
nuestros. Modestos, bien es cierto, pero para nosotros los más cercanos y
queridos: los santauteños Alvarado, su brillo no les dio para destacar en la
ACB pero si para jugar minutos importantes y demostrar el basket que llevaban en la sangre, Oscar ha cambiado
de isla y se enfrenta a una oportunidad que le puede llevar de regreso a la
ACB y quién sabe si el regreso a
casa, que es donde mejor se está. De los
Guerra, fue Roberto el que dio más de su susodicho nombre siendo historia viva
del club amarillo y uno de los favoritos de la afición. No sería una tontería
ver su camiseta colgada del Arena, desde luego que no y ya para acabar, nos tocó de
soslayo otro hermanísimo, solo uno de los dos: Txemi Urtasun no tuvo suerte en
forma de inoportunas lesiones pero siempre que pudo demostró su clase y sobre todo su esfuerzo para ayudar al equipo.
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